Por mucho talento que tengas, un artista como en cualquier otro trabajo, se hace, no se nace, Chaplin lo tenía muy claro y no perdía oportunidad para aprender y así hacerse un gran director de cine, cuando sólo era un actor.
«Hice unas cinco películas y en algunas me las arreglé para introducir una o dos ideas cómicas de mi invención, a despecho de los verdugos de la sala de montaje. Conseguí familiarizarme con su método de corte y, entonces, me las ingnié para colocar mis gags en el momento de entrar o salir de una habitación; sabía que les era difícil dar allí un corte. Aproveché todas las oportunidades para aprender el oficio. tan pronto entraba como salía del cuarto de revelado y del montaje para observar cómo el montador unía las películas. Estaba ansioso por escribir y dirigir mis propias comedias.»
En el cine como en cualquier profesión se requiere mucho tiempo y pensar el porque de todo para que todo tenga sentido, si dos personajes se tienen que conocer tienes que pensar porque en un lugar y no en otro, que ropa, que entorno, que palabras, y Chaplin era muy consciente de esto:
Para rodar el encuentro de «Luces de la ciudad», Chaplin necesitó varias semanas de trabajo, ya que era consciente de que debía presentar dos situaciones de una vez: Charlot tenía que darse cuenta de que la chica era ciega y ella debía confundirlo con el millonario.
Los intentos de presentar un encuentro entre el millonario y la florista ciega no funcionaban, y el informe de producción indica que, cuando Chaplin por fin dio con la secuencia de hechos que le iban bien, ya llevaban tres meses de rodaje.
La secuencia resultante:
Las películas por detrás no tienen nada que ver con lo que nos imaginamos al verlas, igual que los genios por detrás no nacieron con la genialidad ni lo eran por arte de magia.
Visto en la exposición de Chaplin en el CaixaForum de Madrid