No me gustan los grupos, o si, me gustan pero en este concepto:
personas independientes con decisiones e ideas propias que no cambian de opinión por el simple hecho de que todos los demás piensen lo contrario.
«Creo en ideologías y capacidades individuales (Einstein…) Desconfío de las ideologías colectivas (Iglesia, partidos políticos)»
Pero el ser humano no ha aprendido a ser independiente o autodependiente, así que mi idea de grupo es una utopía o al menos así lo demuestra el experimento que detalla Manuel Pimentel Siles en uno de mis libros favoritos «el Talento«:
El grupo marca de tal forma, que muy pocas personas logran mantener una opinión propia en contra de la mayoría. Pero el grupo no sólo condiciona nuestro comportamiento. Según algunas célebres experiencias, realizadas por los pioneros de la dinámica de grupos, llega incluso a condicionar nuestra percepción. El investigador Ash realizó una sencilla experiencia. De forma individual, pedía a cierto número de personas que compararan la longitud de una línea que se les mostraba con respecto a una línea patrón. Todos acertaban, indicando correctamente si la línea mostrada era más larga o más corta que la línea patrón.
Ash repetía después el experimento reuniendo a todas las personas a las que había interrogado individualmente un rato antes, y les pedía que repitieran la experiencia en grupo, opinando sobre la longitud de las mismas líneas que les había mostrado anteriormente. Los participantes no lo sabían, pero Ash se había puesto de acuerdo con varios de ellos. El investigador les había pedido que dieran una respuesta equivocada, y que se mantuvieran firmes en ella. La sorpresa no tardó en saltar. Más de un tercio de los entrevistados modificaban su propia respuesta anterior -que era la acertada- para seguir la opinión de esa mayoría que pensaba lo contrario. El grupo los arrastraba.
Así También ocurre en la vida real. El grupo modifica nuestras percepciones, o quizá sea que nos resulte más cómodo dejarnos llevar por la corriente, o que, sencillamente, no querramos correr el riesgo de que nos señalen como diferentes o como equivocados. ¿Quién sabe? El caso es que la opinión del grupo termina influyendo sobre nuestra propia opinión, o al menos, nuestra opinión expresada.
Muchas personas con talento -sobre todo el creativo- han remado contra la corriente social, abriendo nuevas vías. Todo un reto para la personalidad.»
Somos animales que usamos muy poco la razón y mucho más los sentimientos y eso hace que terminemos cambiando de opinión porque todos opinan lo contrario y no quieres sentirte excluido del grupo, que gran terror que un animal no forme parte de su manada.
Lo curioso del tema es que no me gustan los grupos pero si liderarlos, sortear los problemas y conseguir que utilicen su talento trabajando en grupo, cuando cada persona tiene su locura personal, es de lo más excitante que hay. El cine en realidad es eso, trabajo en grupo.